Las abejas parecen comprender relaciones abstractas aunque carecen de las áreas cerebrales que se creían necesarias para ello.
La corteza prefrontal alberga en los primates humanos y no humanos la cognición superior, capacidad que, entre otras funciones, permite razonar sobre el entorno. El cerebro de los insectos es mucho más simple; tampoco presenta ninguna región que se asemeje a una corteza prefrontal. Aun así, en fecha reciente se ha observado que las abejas melíferas saben distinguir objetos basándose en relaciones mutuas («igualdad y diferencia» o «arriba y abajo»).
Investigadores de la Universidad de Toulouse, junto con otros colaboradores, entrenaron a abejas para que, en un laberinto bifurcado, recorriesen uno de los brazos a cambio de un premio. A la entrada del laberinto se les mostraba una figura sencilla (un círculo con franjas verticales blancas y negras). En la bifurcación, el inicio de cada recorrido aparecía marcado con una señal: un círculo con franjas verticales, en uno; un círculo con franjas horizontales, en el otro. Los investigadores recompensaban a las abejas si avanzaban por el ramal marcado con la señal que se les había mostrado a la entrada; otras fueron entrenadas para que se introdujeran por el brazo que estaba marcado con el segundo motivo.
Una vez hubieron aprendido si «el mismo» o «el otro» dibujo indicaba el camino correcto, se modificó la situación: en la entrada se presentó un manchón de color (en lugar de un motivo a franjas) a las abejas. En la bifurcación, uno de los recorridos aparecía marcado con ese mismo color; el otro, con uno distinto. Los insectos optaron de nuevo por el camino correcto. En otras palabras, las abejas aplicaban su comprensión sobre «igual o distinto» a estímulos novedosos. Otros experimentos similares constataron que también eran capaces de dominar los conceptos de «arriba o abajo» y «derecha o izquierda».
Tales hallazgos arrojan luz a la evolución de la inteligencia. Según Aurore Avarguès-Weber, coautora del estudio aparecido en octubre de 2013 en Proceedings of the Royal Society B, los éxitos de las abejas hacen presumir que este tipo de cognición abstracta es anterior a la evolución del cerebro de los mamíferos. Junto con Martin Giurfa, otro coautor, conjetura que las destrezas de orientación y sociabilidad pueden originar el aprendizaje de conceptos. Todo ello lleva a suponer que el pensamiento abstracto existe en especies cuyo sistema nervioso difiere por completo del nuestro.
Tomado de: Mente y Cerebro
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